Johnny Bastidas: No me estanco jamás
- Blanca Moncada Pesantes
- 12 jul 2017
- 2 Min. de lectura

Lo primero que sintió al ver el puntaje fue ira. Setecientos noventa. De ochocientos. Diez puntos lo alejaron de su sueño de entrar a la Escuela Militar.
Acababa de graduarse del teniente Hugo Ortiz cuando ese primer golpe le pateó la cara. A Johnny Bastidas le gustaba el respeto que infunde el uniforme; pero simplemente no era su momento. Lo aceptó.
No fue el último desaire que recibió con resignación. Lo decidió ese día. Así jugaría este partido llamado vida, que a él le viene durando 21 años.
“Trato de ver las desilusiones con positivismo. No me estanco jamás”, asegura sentado en el patio de la Facultad de Comunicación Social, adonde lo dejó una de las más recientes patadas del destino.
Cuando supo que no sería militar, probó en la temida Senescyt. Se apuntó en cinco carreras: Ingeniería Civil, Gestión, Negocios, Contaduría y Comercio.
Es momento de que saque el pañuelo, lector. Johnny no pudo entrar a ninguna. Puntaje, falta de cupos o esa suerte negra con la que –al parecer- nació. Ya puede llorar.
No. Mejor espere. Nuestro campeón siguió de pie.
Probó de nuevo. Esta vez con tres opciones. Ingeniería Civil, Gestión Empresarial y Comunicación. Gol.
Como a muchos en estos tiempos de socialismo de siglo XXI, la carrera lo eligió a él. “No quería. Pero era eso o quedarme sin estudiar”, confiesa. O sea, el gol en realidad fue autogol. “Me quería botar. No hablaba con nadie”.
De hecho, pensaba que haber entrado fue su error más grande.
En esas andaba cuando se hizo el último boicot. Ansioso por uniformarse se apuntó en la ATM. Y, agárrese, esta vez lo eligieron. Pero él dijo que no.
Su mamá, lector. Su mamá. Las mamás siempre quieren ver bien a sus hijos. Y en casa de Johnny, agente de la ATM no equivale a “bien”. “Ella me imagina como funcionario o algo así”, explica él. Por eso no descarta ese futuro. “Me gusta ayudar”, se justifica.
No todo ha sido malo en la Facso. En esta Facultad Johnny aprendió a hablar en público, a dominar el rubor del rostro y, lo mejor, lo que, asegura, le “cambió la vida”, conoció a Emma, su novia, luego de que en nivelación ella le envió una imagen de Dragón Ball. ¿Romántico? ¿No?

Johnny Bastidas es un chico tranquilo. Lo más rebelde que ha hecho es fugarse a Riocentro Norte en quinto año y dejarse el gallito en el cabello cuando estaba en el colegio militar. Malote.

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